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miércoles, 31 de julio de 2013

JUVENTUD COMUNISTA

Participo en los actos ocurridos durante la visita que hace a Venezuela un grupo de líderes de la Revolución Cubana, entre los que estaban el Presidente Oswaldo Dorticós y el Comandante Juan Almeida. Participan en numerosos actos públicos. Quedo muy impresionado. Eso ha debido ser a fines de 1959, año de transición para mí.
Para 1960 empieza una intensa agitación política que me lleva a acercarme a la Juventud Comunista. Ya había tenido contactos en la Facultad de Ingeniería, formando parte de la primera Directiva del Centro de Estudiantes. Allí había conocido a Juan Vicente Cabezas, quien había regresado a la Universidad lleno de prestigio por haber estado preso en la Seguridad Nacional.
Cuando empiezan los acontecimientos de noviembre del 60, especialmente la huelga de transporte, ya estoy incorporado a la Juventud Comunista como militante del Comité de Base de los años superiores. Tengo una militancia regular por un tiempo con Kléber Ramírez Rojas, quién es mi amigo. Había ingresado a la Universidad Central a estudiar Ingeniería el mismo año que yo. Participo activamente en las elecciones que lo llevan a la Presidencia del Centro de Estudiantes de Ingeniería.
Por mi parte soy candidato y resulto electo Representante Estudiantil en el Consejo de la Facultad, alternando con Celestino Peraza, militante del MIR. Pero pronto me doy cuenta de que la militancia regular no me entusiasma mucho.
Me mantengo estudiando. Logro combinar los estudios con la militancia política. Pero me intereso más por un nuevo fenómeno que ocurre abiertamente. En los pasillos de la Universidad se forman grupos raros. Se dice que se están organizando guerrillas. Me acerco a unos camaradas que hablan de realizar acciones armadas. Me dicen que es el Aparato Especial del Partido Comunista, grupo especializado en el choque armado. Me parece una versión más seria que lo que se ve por los pasillos. Me integro a una unidad con varios amigos de tiempo atrás, como Oscar Rodríguez, amigo desde el bachillerato en La Salle y primo de El Catire. Alonso Palacios, amigo desde la adolescencia en las calles de El Rosal. Livia Gouverneur. Estudiante de psicología. Bella. Compañera de clases de mi hermana Corina. Jesús Alberto León y Daniel Flores, estudiantes de biología. Nos reunimos en los pasillos y en algunos cafés en los alrededores de la Universidad.
Esta actividad simultánea es clandestina entre la organización regular de la Juventud Comunista. Pronto me dicen que esta dualidad es inconveniente. Decido quedarme en el Aparato y me desvinculo de la militancia universitaria, participando en la seguridad de algunos dirigentes y en las primeras acciones armadas en Caracas, mucho antes de que se formaran las FALN. Debo decir que todas las acciones armadas en las que participé fueron limpias. Sin atropellar a nadie. Especialmente a ningún inocente y particularmente a ningún policía. Nunca hubo secuestros ni atracos.
Pero esa militancia irregular es expresión de la decisión de luchar para tomar el poder. Eso es lo que realmente importa. Al poder no se llega por otro camino, por justas que sean las luchas democráticas y sociales. Hay que atentar contra lo establecido y eso es lo que me había atraído de la izquierda. En el Partido Comunista encontré condensada la imagen de la lucha histórica por la justicia social, pero los que habían triunfado habían tenido que transitar caminos no convencionales. Así fueron los casos de Lenin en la URSS, de Mao en China y de Fidel en Cuba.
Mi estado de ánimo es intenso en todo sentido. Me enamoro de una joven bella a quién descubro una noche de noviembre de 1960 en la Plaza del Rectorado cantando canciones de la Guerra Civil española. No sé su nombre, pero quedo muy impresionado por su sonrisa y sus grandes ojos negros. A los pocos días la veo pasar con una amiga por uno de los pasillos techados de la Ciudad Universitaria hacia el comedor. Estoy con Oscar Rodríguez quién las saluda pues son, como él, estudiantes de biología. Le pido que me las presente. Oscar me las presenta, se queda y yo me voy con ellas a almorzar. Se llaman Lila Torres y Graciela Luengo “Chela”. Nos seguimos encontrando. Al poco tiempo soy novio de Lila.
Me gradúo de Ingeniero Civil en agosto de 1961. Mi grado es todo un acontecimiento para la Juventud Comunista universitaria. Mi papá me había dicho que quería hacer una gran fiesta. Me asusta la idea porque la mayor parte de mi familia es de conservadora. En el país se vive un momento de mucha tensión y temo que pueda pasar algo. Papá insiste. Pongo como condición poder invitar a todos mis amigos. Papá me dice que invite a quien quiera. El grado es el 19 de agosto en el Aula Magna, que está de bote en bote. La medalla me la impone el Rector de la Universidad, doctor Francisco De Venanzi, personalidad democrática y científica, ampliamente respetada. Me siento muy orgulloso.
Se ha corrido la invitación a la fiesta por todas partes. La fiesta es en la casa de mis padres en Las Mercedes. Se forman grupos en mesas situadas en el patio trasero. Está toda mi familia. La casa está muy bien decorada. Hay música y mucho baile. A las diez de la noche comienzan a llegar muchos estudiantes. Están mis compañeros de Ingeniería. Los dirigentes de la Federación de Centros y los militantes de la Juventud Comunista. Arnaldo Esté, José Rafael Núñez Tenorio, Chela Vargas, Freddy Muñoz, Alfredo Maneiro, Kleber Ramírez, Freddy Carquez, José Rafael Zanoni, Miguelito Gómez, María Elena Lovera “la loba”, Bayardo Sardi, Alejandro Tejero, Antonio Acosta “Rasputin”, Isaac Capriles, Winston Briceño, Winston Bermúdez, Blanquita Bermúdez, Antonio Páiva Reinoso, Eduardo Pozo, Carlota Pérez, Democracia López,……… A media noche entran Teodoro Petkoff y Francisco Mieres. Hay mucha tensión. Teodoro es diputado y está buscado por el gobierno. Es la vedette de la fiesta. Habla duro y en su mesa se agolpa un grupo grande.
Comienzan los cantos. Bella Chao……. La Internacional……. “El cielo encapotado…..” Poco después, en pleno baile oigo gritos. Veo a Oscar Rodríguez en pelea a golpes con un primo mío a quién “… no le gustan las canciones comunistas…” Pelea colectiva generalizada. Mis hermanas lloran. Mis primos están indignados. Se acaba la fiesta.
Presento una solicitud para entrar al personal docente de la Facultad de Ingeniería de la UCV. Obtengo el cargo de Instructor a medio tiempo. Comienzo a dar clases de Análisis Matemático y Proyectos. Ello me ocupa parcialmente, me da unos ingresos decentes para la época, de 1.650 bolívares mensuales y puedo continuar en la militancia política. Recuerdo entre mis alumnos algunos que fueron poco después combatientes de la guerra y por ello muy importantes para mí. Héctor Rodríguez Armas “Car’e loco” muerto heroicamente y Alwilson Querales, preso en las guerrillas de Lara.
La nueva estabilidad económica que me permite mi condición de docente me decide a casarme con Lila.
Me siento muy bien. Soy profesor universitario. Tengo compañera. Ahora, como profesional, me invitan a participar en una Comisión de Finanzas de la Juventud Comunista que busca dinero para cubrir los sueldos de los funcionarios y reporta a la Dirección Nacional. No me intereso por pasar al Partido y menos a la fracción de Ingenieros. Me siento a gusto con quedarme en la Juventud. Sigo ligado al Aparato Especial.

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