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lunes, 15 de julio de 2013

EL FRENTE JOSÉ ANTONIO PÁEZ

Un día llega Juan Vicente Cabeza, el Comandante Pablo. Mi amigo de la Facultad de Ingeniería de la UCV. Viene preguntando por Carache. Ha entrado a la zona por el sur, por el camino de Acarigua. Tiene el plan de estar con nosotros un tiempo para formar un destacamento para continuar la lucha en El Charal, en el Estado Portuguesa, donde estuvo el año anterior.
Pablo tiene urgencia de ver al comandante Carache. Como no hay fecha fija para su regreso, decidimos ir a buscarlo siguiendo el sendero por donde salió con el destacamento. No conozco la ruta, pero le digo que podemos seguir el rastro hasta dar con ellos. Partimos al día siguiente en pleno aguacero.
Seguimos el rastro, que todavía se nota entre la vegetación de la montaña. Al anochecer llegamos a un campamento, pero está solo. Estuvieron allí hasta hace poco. Todo está muy mojado. Queremos hacer fuego para secar la ropa. Solo tenemos unos fósforos que no prenden. Tampoco logramos revivir las cenizas que quedaron en el sitio aún caliente, donde estuvieron cocinando. Estamos muy cansados. Me quito la ropa mojada. Mi otra muda también está muy mojada. Me envuelvo en el plástico que cargo y me acuesto en la troja del campamento. Paso la noche con mucho frío y sin pegar un ojo.
Al amanecer me levanto y me pongo la ropa mojada del día anterior. Continuamos siguiendo el rastro, hasta en la tarde, cuando oímos voces. De pronto vemos delante un campamento donde está nuestra gente. Es el campamento “El Mojao”. Es obvio de donde salió ese nombre. De lejos gritamos identificándonos para que no se sorprendan ni nos confundan con el enemigo.
Nos acercamos al campamento. Carache se contenta mucho de ver a Pablo. No lo ve desde el año anterior cuando lo llevó a El Charal y le presentó a los campesinos para fundar el Frente José Antonio Páez, precisamente en una zona muy cercana al propio teatro de la “gabaldonera”. Biscucuy, La Concepción, Palo Alzao.
Al principio cree que Pablo viene para quedarse. Pero el plan es otro. Pablo espera formar un destacamento para operar hacia Portuguesa y Trujillo en conexión con nosotros. Tiene el apoyo logístico del Partido de Portuguesa, que le mandará gente y recursos.
A los pocos días llega un grupo en busca de Pablo. El baquiano es Hernán Abreu, mi compañero de prisión en la Digepol. Ahora se llama “Patricio”. Nos alegramos mucho de vernos. Cuando salí de la Digepol quedó preso por varios meses más. Vienen también Ramón Carrasquel “Iván” y Ramiro Pereira Pizani “Alberto”, éste último es un combatiente de las FALN de Caracas, asesinado por la Digepol tiempo después. Alberto está casado con Elsa, hermana de Hector odriguez Armas “car’e loco”, uno de mis compañeros de Ingeniería, famoso por su arrojo y su valentía. Nos hacemos muy amigos.
Pablo está siempre muy inquieto. Carache intenta controlarlo para que no baje al caserío. La única manera de que se quede tranquilo es ponerlo con Alberto, Patricio e Iván a explorar los alrededores. Con una brújula mide rumbos por todas partes.
Mientras Pablo forma su destacamento mantiene su gente oculta. No la deja salir de la montaña. Todos los días hacen ejercicio y recorren las picas alrededor del campamento, pero no bajan a los caseríos cercanos, Naranjal y Los Palmares, donde está uno de nuestros mejores amigos de la zona, Pompeyo Escalona, un campesino muy expresivo que acompaña a Carache en sus visitas.
A los pocos días llega otro grupo de refuerzo para Pablo. Vienen bajo el mando de Evaristo Ramírez “El Báquiro” y Jaime Arenas, los jefes del Partido en Portuguesa. Traen dinero y gente. Entre ellos están tres muchachos muy jóvenes, Miguel Ángel Ocampo “Mauricio”, “Trioly” de origen andino y “Nené” caraqueño. Vienen tres mujeres, Leticia, Marta y María Fernández “Liviaa”. Esta última, hija de Chelao Fernández y hermana de Freddy, uno de los guerrilleros.
Pablo debe esperar un tercer grupo. Entre tanto organiza el destacamento. Forma dos escuadras, una bajo el mando de Alberto y la otra bajo el mando de Iván.
Se discute mucho. Carache expone su concepción de la guerra del pueblo. Hay que ganarse, poco a poco, la simpatía y confianza de las masas. No es cuestión de pocos meses lo que estamos haciendo. Ni de esperar un alzamiento militar. Para construir un ejército de masas, teníamos que transformarnos nosotros mismos comenzando por adaptarnos a las necesidades del medio.
Hay que hacer un largo trabajo entre la población y extenderse para ocupar un amplio territorio. Buscar el enfrentamiento a toda costa trae como consecuencia la represión, especialmente contra los campesinos. Ya habrá tiempo para pelear.
Obviamente los venidos de la ciudad creíamos que todo iba a ser fácil. Rápido. Estábamos imbuidos de la concepción cortoplacista que en ese momento dominaba a la mayoría de la izquierda venezolana.
Pablo trata de convencerme para que me vaya con él. Quiere tener cuadros para el ejército revolucionario. Me cuenta que tiene en Barquisimeto un lote de 2.000 uniformes militares para el momento de bajar a las ciudades. Me parece un plan muy trivial. Es parte de una concepción de la guerra que no tiene nada que ver con conciencia de las masas populares. Le argumento que tengo un compromiso con Carache que no puedo defraudar. En realidad su enfoque de la guerra es muy distinto al nuestro. No cree en el trabajo largo. Contradictoriamente es partidario de salir a buscar el combate. Cuanto antes mejor. Quedo más convencido de la estrategia de Carache.
Algunos se deprimen por la inactividad y la vida en la oscuridad de la selva. Especialmente la gente de Pablo, pues no salen ni siquiera a los caseríos vecinos. Un día Alberto está de muy mal humor. Protesta por todo. Lo invito a dar una vuelta hasta un pico en un claro de montaña desde donde se aprecia toda la inmensidad verde del llano. A lo lejos se ve la carretera Acarigua-Guanare con los carritos avanzando lentamente. El cambio y el sol le devuelven el entusiasmo.
Días después llega un tercer grupo de refuerzos para Pablo, quién ahora decide que es el momento de partir para su zona. Algunos de los nuestros deben irse con él para no perder el contacto. Entre los que parten están Freddy, Alí Almeida “Bartolo” y Marcial. María se queda con nosotros. Carache la manda para el Destacamento Tigres de Miracuy.
Bartolo se ha incorporado recientemente. Carache lo manda a buscar. Se despide de Cristina, su novia, para vivir una experiencia muy azarosa, con mucho contacto con el enemigo, que termina en la cárcel, donde pasa preso tres años. Freddy y Marcial regresan meses después. En un encuentro con el enemigo se pierden y se quedan solos. Deciden regresarse a nuestra zona y se incorporan de nuevo al Frente.
Para darle ánimo a su gente Pablo les ha ofrecido que van a conocer el combate muy pronto. Van a dejar “el reposo”, en contraste con los que nos quedamos. Nos llaman “los comechícharos”. “Chícharos” llaman los campesinos a las arvejas, que se cultivan mucho en esta zona y por esos días son nuestro alimento diario.
La despedida es muy emocionante. Los meses pasados juntos han estrechado los afectos entre todos. Parten con ellos González con Espartaco y su escuadra. Los acompañarán hasta El Coco, un caserío en el río Portuguesa. De regreso se quedarán en Marilonza, su zona de operaciones.

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