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martes, 15 de julio de 2014

Pasión y muerte de Argimiro Gabaldón


Por: 
Argimiro Gabaldón Márquez, nació en 1919 en la casa principal de la hacienda Santo Cristo, Biscucuy, Portuguesa y murió a la edad de 45 años en un lamentable accidente de guerra, el 13 de diciembre de 1964.
En esa gabaldonera, los peones de la hacienda le enseñaron sus primeras lecciones de vida, el arte de pelear garrote, las mañas de la casería, disciplinas que le fueron formando el sentido del coraje. Su apego a la naturaleza lo llevó a ser un excursionista incansable. Jamás perdió una pelea a puño pues en las refriegas nunca supo lo que era el miedo. Luego practicó el béisbol, el tenis, natación a la antigua, la pesca y la caza.
Estuvo en el exterior, Buenos aires y Río de Janeiro, entre 1938 y 1945. Estudió arquitectura en Argentina. En el tercer año de su carrera, detuvo su visión arquitectónica para adentrarse en el mundo de la pintura, la literatura y el arte. Con su morral al hombro se fue a Brasil, proyectándose luego como poeta, novelista, periodista, dibujante, matemático, maestro alfabetizador y profesor de Artes plásticas. Tenía un gusto muy particular por la historia patria, materia que con los años impartiría en el liceo Lisandro Alvarado de Barquisimeto. Entendió que había que conocer la historia de su país para poder actuar sobre ella, y se dedicó a formular preguntas y a encontrar respuestas.
Regresó  a Venezuela en 1945 a desandar los viejos caminos. Las actividades políticas lo llevaron a Caracas, incorporándose a las luchas y huelgas estudiantiles organizadas por la Federación de Estudiantes de Venezuela.
La tradición revolucionaria de su padre, el General José Rafael Gabaldón, encarnó en él. Las lecturas de otros personajes históricos referenciales también marcaron su rumbo: Bolívar, Martí, Sandino, Lenin. Argimiro se inició en las células clandestinas del PCV en El Tocuyo desde 1938, cuando para la época, ser comunista era ya ser un héroe.
A la hora de la lucha contra el perezjimenismo, fue el primero en plantear que no se trataba sólo de cambiar al dictador por otro gobernante, sino que había que ir a la raíz de ese acontecer para que los cambios fuesen trascendentes y no formales. Fue entonces cuando comenzó a discutir la tesis de la necesidad de la lucha armada, como respuesta a un gobierno represivo y criminal.
   Cuando llega el año 1958, comienza a ver con cierto recelo las políticas de unidad impulsadas por el Partido Comunista. Para el momento del III Congreso del PCV, fue quien planteó la necesidad de ir hacia otras formas de lucha. Es el inicio de la experiencia guerrillera en Humocaro. En octubre de 1961 se cuenta el comienzo de las guerrillas, que, según Tirso Pinto, llegó a tener 1500 combatientes. Al incorporarse a las guerrillas Chimiro tenía 22 años de militancia y 40 años de edad, tiempo perfecto para las grandes decisiones.
Desde fines del 61 hasta el 13 de diciembre de 1964, el Comandante Ulises, que fue su primer seudónimo, estuvo al frente de esa lucha como Primer Comandante del Frente guerrillero Simón Bolívar. En ese proceso le tocó vivir los vaivenes de unos dirigentes que se amoldaban a las circunstancias, antes que analizar histórica, táctica y estratégicamente la realidad sobre la que actuaban.  
Para Argimiro “la lucha armada es una salida de masas”. Precisaba que debía ser “un movimiento de masas armado que no excluyese ninguna forma de lucha”. No para regalarle mesianicamente “revoluciones” al pueblo, sino para que este asumiera su papel histórico, sin reformas que debilitaran la necesidad del cambio radical. En sus proclamas expresaba: “El pueblo está cansado de que las revoluciones sean cambios de personas, nuevas constituciones, nuevas divisiones territoriales, perviviendo siempre la misma injusticia, la misma miseria, el mismo abandono. Es hora ya de tocar fondo, hay que cambiar los hombres, pero fundamentalmente es necesario transformar los sistemas”. Su predica se afincaba contra los dirigentes del estilo antiguo, los profesionales de la política que terminan burocratizándose, convirtiendo su actividad en pura negociación.
Consideraba, como Mariátegui, que “las  revoluciones son cada una un hecho original, aun cuando estén sometidas a leyes generales”. La copia mecánica de realidades distintas sería un traspié para el proceso revolucionario. Por eso oía al pueblo, a la vez que sistematizaba sus experiencias más allá de la ortodoxia de los manuales eurocéntricos. En una entrevista razonaba a manera de balance: “Cuando sus esquemas fallaron, cayeron en la desilusión, y tomaron los libros y folletos, en busca de nuevos esquemas, de nuevos patrones. Se olvidan de nuestra realidad y se dejaron penetrar por las tendencias de capitulación y conciliación”.
  Dicen los que lo conocieron de cerca que Chimiro no aceptaba verdades consagradas ni absolutas, buscaba siempre en su réplica aguda puntos de vista realmente originales. “La guerra es la única escuela de la guerra. La revolución es la única y verdadera escuela de los revolucionarios”, decía. La guerra popular y prolongada era parte de su convencimiento: “No estamos en capacidad de calcular cuánto tiempo le costará a la revolución venezolana   alcanzar   la  victoria.  ¡Pero vencerá!”
Reunió muy bien lo político y lo militar, culturizando el argumento ideológico. Era “un hombre línea” por cuanto adaptaba creativamente la orden que emanaba de arriba, con sencillez en el trato, sin formalidades ni etiquetas. Tenía una “lengua brava, como el ají” para la polémica. Dícese que “discutía con ironía y con una risita que picaba como el chirele y daba mucha arrechera.”
Su personalidad irreverente se puede apreciar en la siguiente anécdota, contada por el guerrillero Ángel Rivero, (a) Diego o Catirito. “Estando en el campamento guerrillero se oía por Radio Habana a Carlos Puebla con su “llegó el Comandante y mandó a parar”. Aburrido un combatiente con el repetitivo estilo, refunfuñó exigiendo otra música. El guerrillero que manipulaba el trasmisor lo intentó sepultar exigiéndole respeto: ¡Camarada! ese es el Cantor de la revolución cubana”. A lo que Argimiro le ripostó: “Es verdad, cambia ese fastidio. Ya quisiera estar yo en Sabana Grande con una motocicleta oyendo a Los Beatles.” Esto para el momento histórico que se vivía podría verse como una blasfemia, pero para Gabaldón era la autenticidad de su sentir. Y es que en la hermenéutica de sus discursos se puede apreciar cómo Argimiro respetaba la rebeldía de los jóvenes del momento.
Obsérvese su posición abierta hacia la utopía juvenil: “La cordura, virtud honorable, no debe jamás tratar de sustituir a la locura de la juventud, porque solo conseguirá castrar a los pueblos y producir la infecundidad de la historia. La juventud es “loca”, pero su locura es sublime. Es irreflexiva, afortunadamente irreflexiva, porque si la juventud se pusiera a reflexionar sesudamente, como pueden y deben hacerlo los hombres maduros, entonces estarían bailando el “twist” que es mejor que hacer la revolución.” Para los oídos sacralizantes del momento esta posición, sin lugar a dudas, hubiera sido etiquetada “de derecha”. Pero, ¿cómo mancillar a quien no exigió sacrificio que no estuviera dispuesto a rendir, incluyendo el supremo, el de su propia vida?
Argimiro Gabandón buscaba ganarse hasta al que parecía más enemigo del movimiento, decía que era obligatorio hablar con todo el mundo. Con su carácter jovial hablaba un lenguaje claro y sin titubeos que todos entendían. En su conversación sencilla daba una clase de política que siempre acompañaba con un chiste, manteniendo contentos y regocijados a sus oyentes. Formó 125 comités del FLN en igual número de caseríos, lo que implicaba una influencia en unos 75.000 habitantes. Chimiro, con gran capacidad de convencimiento, argumentaba en pocas palabras el por qué y el para qué de la lucha. Para él, nuestros campesinos eran permeables a la lucha porque “siempre han soñado con una revolución”. Tenía el don de la palabra, sus paisanos lo consideraban “el hijo del rico que comprendía las penalidades de los pobres”.
Era terrible con el enemigo para el momento de la pelea, aún cuando confesaba que “No era un guerrero, y nunca lo había pensado ser, pues amaba la vida tranquila”. Argimiro no deseaba andar con ninguna cachucha militar, añoraba una gorra inglesa para caminar paveando como cualquier muchacho de su tiempo.
Aplicaba la pedagogía a la política con un estilo muy alegre. Nunca se quejaba de la mala vida guerrillera. Le encantaba bailar y en el monte coleccionaba peonías que después regalaba como recuerdos.
Era fiel a la palabra empeñada, su referencia era la palabra del gallero, la de una eticidad que nunca miente. En la Asamblea Legislativa de Barquisimeto, no había contrincante adeco que sostuviera el paso de su oratoria mordaz, incisiva e irónica, y a la vez, colorida y pintoresca, como sus lienzos.
Incansable, de ancho pecho, enseñaba en las marchas a sus cachorros, los Tigres de Miracuay, a dominar el terreno para el combate. Estaba en su mejor edad, cuando afloraban sus canas de “viejo”, como  le decía, la selecta juventud que lo acompañó en sus andanzas guerrilleras. Para su espíritu indómito no importaban nada los años, pues era tan enérgico como su caballo Lucero, que tenía en la Hacienda Santo Cristo.
Siempre hemos deseado que nuestros políticos sean poetas que culturicen la política con nuevos planteamientos y estilos que superen el maquiavelismo pragmático y panfletario de nuestros intermediarios. Ese era Argimiro, el que sintetizó el discurso emancipador con radicalismo y ternura. Se recuerda una oportunidad cómo en el vesperal de la vida cimarrona le leyó con lágrimas en los ojos un poema de su soledad a dos guerrilleros centrales que tristes recordaban su vida urbana. Por su integralidad fue como si hubiéramos tenido al Ché en Venezuela, y parte de nuestra tarea sería colocarlo entre los precursores de la Patria Grande.
Para finales de 1964 ya el PCV hablaba de repliegue y rectificación. La guerrilla ya no se veía como una forma de tomar el poder sino que se utilizaba como mecanismo para presionar la ansiada “paz democrática” En tal sentido, se aminoró notablemente la ayuda a los destacamentos, como forma de menguar la rebeldía. En una Carta de navidad dirigida a los intelectuales del partido, Gabaldón escribía: “Desde lejos, mientras estamos entregando toda nuestra vida, nos golpea el viento de la indiferencia. Creemos ver a lo lejos falta de calor, ahora cuando más que calor necesitamos fuego, cuando más que simpatía precisamos cariño que arrebate, que empuje hacia delante con un vendaval de aliento.” Abandonados a su suerte, para esas navidades, la guerrilla sólo recibió una bolsita con 50 terrones de azúcar que una dulce camarada recogió en 20 lugares diferentes del mundo, que afectivamente abasteció el alma de los combatientes.
Aún cuando la muerte es la concubina de cualquier combatiente, para Argimiro, en su condición enormemente humana, debe haber sido muy doloroso dejar este mundo. Más que la muerte le debe haber dolido morir de bala amiga, morir a destiempo, morir inconcluso, cuando apenas se iniciaba el camino duro del que tanto había hablado y para el cual tanto se había preparado.
Pero los héroes no mueren para la historia. En los pueblos que caminó se encuentra en cada casa la causa de su vida. La eternidad de los héroes del pueblo, sobresale a cada rato en las distintas situaciones de la vida cotidiana. Son un recuerdo que perdura en cada caserío: “Acuérdate de Carache”, “Argimiro decía…” o “Por aquí pasó Chimiro”. En La Palomera, de Humocaro se oyó esta crónica que une la fantasía de la religiosidad con la convicción de que no ha muerto. “Argimiro tenía una ruana que lo protegía por un rezo que le hizo un brujo. Un renegado le llegó cerca y le ordeñó su revolver sin que  Chimiro sufriera un rasguño. Entonces se quitó el poncho y le dijo al traidor: -Te voy a enseñar como se mata a un hombre. Y ahí lo dejó”.
A 48 años de su muerte es necesario hacer precisiones históricas, pues se han desdibujado hechos que han oscurecido las circunstancias que le quebraron la vida. La intersubjetividad, por el héroe, crea suspicacias comprensibles por el entorno de afecto que rodea al ser querido. En este caso, citamos las versiones de tres personajes referenciales del momento histórico: José Díaz, Tirso Pinto y Carlos Betancourt.
El Comandante Gavilán, José Díaz, rememorando esta muerte, increíble por absurda, nos contó cómo se resbaló el fusil M2 -y eso lo vio todo el mundo- para caer sobre una saliente rama que penetrando al guardamonte del gatillo disparó, justo cuando Argimiro se levantaba a repartir unos caramelos a los combatientes. Nos narraba que Jesús Vethencourt (“Chuchú” o Comandante Zapata), causante de la tragedia, al írsele el disparo “desesperado, decía mil cosas, e intentó suicidarse y tuvo que ser sometido a la fuerza”. El fatal episodio lo marcó, desequilibrando su psiquis para siempre. Posteriormente, Carlos Betancourt, Comandante Gerónimo, nos lo ratifico en Sanare de 2012: “Fue accidental, yo presidí el juicio que se le hizo a Zapata.” Los fusiles de los participantes a la reunión habían sido chequeados por la escuadra de seguridad para constatar que no había balas, pero Chucho Vethencourt llegó tarde al encuentro y no fue revisado. Zapata, le había quitado la caserina al fusil pero no se percató que había un proyectil en la recámara, pues había prestado su arma para una guardia y recién la recuperaba. Serán cosas de la mala suerte o groserías de la vida, pero esta es la versión que, con pocas alteraciones, se ha recogido de ese aciago episodio.
El infortunio ocurrió en las afueras del caserío El Hato, del estado Lara. Argimiro sabiéndose mortalmente herido, pidió que lo afeitaran para ser bajado a El Tocuyo. Con entereza mantuvo su capacidad de mando. Se despidió de sus más allegados con breves consejos y como un gesto final, donde afloró su grandeza humana, extrajo de su morral unos chocolates, tesoro de una guerrilla, y los repartió entre sus hombres.
Para el momento de su muerte, Argimiro era una figura emblemática encarnada en los campesinos de Lara y Portuguesa. Ella estaba asociada, como continuación histórica, no sólo a la lucha antigomecista de su padre, en esos mismos parajes, sino que se remontaba aún más allá, abarcando las guerras de Independencia y Federal, que mantenían ese espíritu levantadizo y cimarrón trasmitido por vía oral entre generaciones, simbolizando al ídolo extraviado en lo por hacer. Quizás Argimiro fue el último exponente donde el imaginario popular buscó encontrar al héroe total, imaginado entre las etapas procesuales no resueltas, que han mantenido las expectativas de este saldo histórico acumulado.

Rafael Pompilio Santeliz

Doctor en Historia. Profesor de la UBV. Trovador, compositor y conferencista. Militante de la izquierda insurreccional desde el año 1963. Presidente de Proyecto Sueños Venezuela en el estado Miranda y Vicepresidente de la Fundación Gulima, Radio comunitaria en San Antonio de los Altos.

viernes, 11 de julio de 2014

MURIO EL FLACO PRADA...

Nos hemos enterado que el legendario ex integrante del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional,  Comandante ARAUCA, Francisco "Flaco" Prada Barazarte, murio en Trujillo.  A Continuación reproducimos su última entrevista del 16/04/07, concedida al periodista Miguel Prieto del Semanario Versión Final (Venezuela)
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A continuación la entrevista:
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Francisco “El flaco” Prada, ex líder guerrillero, opina sobre la política petrolera del país.
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Acompañó a Chávez al denunciar el proyecto de apertura petrolera de Caldera, pero cree que con las empresas mixtas también se entregan los hidrocarburos: “Es una continuidad de la política petrolera de la cuarta república”. “Si no se derrumba el sistema en el cual estamos, no iremos a ningún socialismo”.
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Francisco Ramón Prada Barazarte, conocido en la guerrilla de los sesenta como “El Flaco” Prada, es uno de los actuales críticos del Gobierno nacional en materia petrolera. Desde Valera, estado Trujillo, ofreció a Versión Final su visión del proceso político presente. Está en la acera de enfrente del presidente Chávez, mas lo considera su amigo, y no es de oposición sino como el mismo nos aclara: revolucionario.
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¿Cuáles son las principales dificultades que se presentan en el país?

La realidad de la base material sobre la cual está instalado nuestro país no ha variado en nada o tal vez en una 
cosa, en el estilo de gobierno. Pero la vida común del país, en todos los órdenes, está condicionada al negocio petrolero: desde la aparición del petróleo, que produce la dictadura más larga de la historia, hasta los tiempos en que ahora vivimos, en cual se habla del socialismo del Siglo XXI. Y si no se derrumba el esquema sobre la cual está instalada no iremos a ningún socialismo, y los hechos reales conducen a una mayor integración al proceso de globalización.

Las denominadas empresas mixtas ¿son opciones favorables para Venezuela o es una continuidad de la política petrolera de la llamada cuarta república?

Es una continuidad de la política petrolera de la cuarta república. Incluso, una continuidad explícita que en su última etapa, elaborada por la estrategia de los monopolios petrolera, compromete mucho más la soberanía del país. Es tanto así que en la primera campaña electoral una de las banderas del presidente Chávez fue en contra de la apertura petrolera. Esa misma gente que cuestionó la apertura petrolera de Caldera, y lo llevó a la Corte Suprema de Justicia, sin resultados a favor, presentan ahora un contenido más regresivo con las empresas mixtas. Por lo tanto, la gente progresista que primero asesoró a Chávez ahora constituye el factor principal de oposición y está levantando la bandera de la necesidad de la nacionalización.
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¿Existen actores del gobierno que antes se opusieron a los convenios petrolero y que ahora proponen las empresas mixtas?
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El presidente Chávez y Alí Rodríguez Araque, entre otros, nos opusimos a la apertura petrolera por ser contraria a los intereses del país, y las empresas mixtas son una profundización de la entrega de nuestras riquezas. Hace poco se introdujo una nueva demanda de nulidad de las empresas mixtas y el Tribunal respondió sin lugar. No se puede seguir en el mismo tren en que se montó Gómez, que es el que sigue rigiendo los intereses del país de una manera más determinante y hábil. Porque nos quieren vender, por ejemplo, una acción de la empresa, con toda la propaganda de lo que eso significa: vender pues la ilusión de que ahora todos somos accionistas y financistas de Pdvsa.
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¿Cómo ve la situación petrolera en los próximos dos años?
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Va a crecer la oposición en los sectores más complejos, porque las empresas mixtas son un instrumento jurídico político elaborado por los grandes monopolios. Por otro lado, debemos tomar en cuenta que Estados Unidos está posicionado militarmente para apoderarse de las reservas petroleras: tienen tropas en Colombia y en Venezuela también, tal vez no uniformada, pero con planes concretos y operativos de controlar los puntos principales de salidas de petróleo hacia los Estados Unidos, mientras terminan de construir las infraestructuras que garanticen sus planes.
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¿Cuáles serían esas infraestructuras?

Con la Integración de la Infraestructura Regional de la América del Sur: sale de Venezuela hacia el sur, pero sobre todo hacia el oeste buscando la costa pacífica, con un oleoducto que garantiza que ese petróleo llegue a Panamá; y después, a través del plan Puebla-Panamá, surtir la costa oeste de los Estados Unidos.
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¿El Gobierno o el pueblo está en la capacidad de responderle militarmente a los Estados Unidos?

El Gobierno está en la capacidad de movilizar al pueblo y de iniciar lo que acaba de anunciar Chávez: “La guerra de los 100 años”. La estrategia continentalista trazada por Simón Bolívar, es la misma estrategia trazada por el Che y Fidel Castro con la idea de continentalizar la lucha revolucionaria con las masas, no con grupitos, no con reservistas, sino con una política a desarrollar, sabiendo que la confrontación se hace inevitable porque los Estados Unidos no se le rinde a nadie.
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¿Cómo resistimos?

Si no nos dejamos derrotar en la conciencia no nos vencerán. Y la resistencia tiene vigencia cuando los pueblos indígenas del Zulias, por ejemplo, han retomado su actitud beligerante frente a los planes que le afectan directamente, porque el piso que está bajo sus pies ha sido negociado a las empresas carboníferas.

¿Y cómo respondería usted ante una posible intervención?

Convenciendo que los pueblos no se rinden. Pero esas son palabras, por eso necesitamos soberanía alimentaria para que no nos maten por hambre, porque el volumen de comida que aquí se produce ha disminuido y la importación ha aumentado de manera escandalosa. Así que en un momento de bloqueo nos ponen a aguantar hambre a todos. Debe haber una estrategia de soberanía alimentaria bien fundada, para entregarles tierras a los campesinos, y no un pedacito como el caso de la legalización de La Marqueseña.
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¿Haría falta librar una guerra de guerrilla en Venezuela?

Lo que hace falta es una alta conciencia en todos los factores institucionales del Gobierno, y aquellos que desde el Estado venezolano le sirven a la reacción y a los intereses de Estados Unidos deben de ser sacados.
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¿Cuáles son esos actores políticos “reaccionarios”?

Chávez siempre lo dice, y ellos saben todos los nombres. Pero ¿quién prevalece en la relación de fuerza al interior del Gobierno, de las Fuerzas Armadas, de las instituciones? Esa es la responsabilidad principal del presidente Chávez, poner fuera a esos factores, pero parece que esos factores cobran fuerzas.
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Algunos señalan que los casos de corrupción en el actual Gobierno son mayores a los del segundo mandato de Carlos Andrés Pérez ¿Es cieto esto, pueden compararse estos dos períodos?

En la medida en que ha habido más dinero la corrupción ha aumentado desde Gómez para acá. Y eso lo saben todos los venezolanos. Que a los “amos del Valle” que acumularon dinero en la producción agropecuaria, se le suma otro sector nuevo: la jerarquía política militar, de los que se alzaron con Chávez, que están en todas las estructuras del Estado.
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¿Es conveniente tener tantos militares en funciones de Gobierno?

En el seno del Gobierno y en los cargos burocráticos se da lo que es la realidad del pueblo venezolano: hay factores genuinamente patrióticos y revolucionarios, gente respetuosa y honrada; pero también hay de lo otro, compañero.

¿Y a quién nombraría de la gente honrada?

A muchos. Nosotros mantenemos la tesis de unir a los verdaderos revolucionarios que están en el Gobierno con los revolucionarios que somos críticos y no estamos en funciones públicas. Hay gente que acompañó a Chávez y se retiró: los petroleros que tienen una posición política, por ejemplo. Chávez nos respeta y nosotros lo respetamos a él; incluso, hay un pueblo capaz de responder a situaciones como la del 11 de abril. Por ejemplo, en el Golpe de Estado Chávez echó a andar la revolución bolivariana, y en el momento en que regresa a Miraflores se volvió a parar la revolución bolivariana. Por eso la revolución bolivariana no puede ser el discurso de Chávez, sino que debe ser una conducta colectiva, de una conducción política dirigida por el pueblo y no por el Gobierno.
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¿Usted cree que en las FAN existen grupos alineados al Pentágono?

Siempre lo ha habido. Cuando la guerra de guerrilla que libramos nosotros hubo una generalización de militares influidos por el Pentágono. Debemos preguntarnos hasta dónde llegó la pentagonización, incluso si ha tocado al actual Gobierno, debemos preguntarnos cuántos militares se prepararon en la Escuela de las Américas, y cuántos vinieron acá a matar y a enseñar a matar: aquí hubo directamente tropas americanas, entrenadores y gente metida en operaciones. Decimos nosotros como grupo político que esa memoria no se pierda, que sirva de fundamento para lo que viene.
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¿Quedan vestigios de la Escuela de la Américas?

Hay una anécdota: hubo una promoción de oficiales del Estado Mayor que le colocaron el nombre de Fidel Castro, y el presidente Chávez dijo sorprendido, en una de sus intervenciones públicas, que esos oficiales todavía usaban los manuales añejos.
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¿Estamos preparados para un enfrentamiento bélico?

La preparación va más allá de lo que se ha hecho hasta hoy: es un problema de orden ideológico y político, de saber de dónde venimos y hacia dónde vamos, de saber quién fue el enemigo disfrazado de amigo, y quién es el enemigo disfrazado de amigo a lo interior del país. Los organismos de seguridad del Estado saben quiénes son, y por eso es que el presidente Chávez habla con tanta seguridad. Si me pides un nombre, no lo tengo. Pero los análisis que sí tengo, y las conductas eventuales que se han dado, apuntan a ello. Cada quien sabe, y los que están en el Gobierno también. Podemos decir que la gente que exige mayor rigor contra la corrupción hoy se siente amenazada de que los separen de sus cargos.