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sábado, 14 de mayo de 2016

RELATOS DE PARISCA...

SUBIDA

Salgo una mañana para Barquisimeto. El plan es llegar a una pensión, quedarme a pasar la noche y esperar que me pasen buscando al otro día. Esa noche comienzo a toser. Me da fiebre. Amanezco muy mal. Busco a una camarada llamada Yoléida, de la Juventud Comunista de Lara, que vive cerca. Me lleva al Hospital. Me ven en Emergencia y me diagnostican una neumonía. Me dan unos antibióticos y me mandan reposo absoluto. Toso continuamente. No puedo “subir”. Regreso a la pensión. Paso varios días en cama.
Yoléida me visita algunas veces, para ver como estoy y me lleva algo de comer. Es la novia de un dirigente de la Juventud Comunista de Barquisimeto, que considera todo esto una grave violación de la seguridad y en realidad lo es, ya que la organización regular no puede mezclarse con nosotros los guerrilleros. Para peores cosas se entera Ramón Querales, el poeta, Secretario Regional de la Juventud. Tipo muy pacato que no simpatiza con la lucha armada. Me amenaza con acusarme para que me sancionen.
Cuando dejo de toser mando a avisar y una tarde me vienen a buscar en un jeep que me lleva a Sanare. Subimos por la calle principal hasta dos cuadras antes de la plaza. Doblamos a la derecha en la central de CANTV. Me quedo junto a la cerca. Al rato me pasa a buscar un campesino al que debo seguir. Después sabré que se llama Alcario Rodríguez, de Volcancito.
Hay que continuar a pie sin pasar por la plaza. No cruzamos mayores palabras. Es muy callado, como la mayoría de la gente de por aquí. Lo sigo cuesta arriba por la carretera de tierra que lleva al valle del río Yacambú. Hay muy poco tráfico. Cuando se ven las luces de algún carro nos escondemos en el monte a dejar que pase. Llueve torrencialmente. Hasta hace poco se podía entrar a la zona en carro, pero vienen ocurriendo denuncias atribuidas a un bodeguero sapo llamado Castro Hernández. Caminamos toda la noche. En Chamiza, el fin de la caminata, paramos en una casa donde vive una familia amiga. Entramos por la cocina. Me ofrecen café. Estoy extenuado y muy mojado.
Es La Carmonera, la finca donde habían estado trabajando entre la población campesina Donato Carmona “Breto” y Pedro Alastre, dirigentes nacionales del Partido. Miembros del Comité Central. Se habían tenido que ir de la zona por las denuncias del sapo. En la finca viven los Goyo, una familia de varios hermanos todos comunistas. Santos, Soleino, José, Baudilio. Las hermanas, Ema, Andrea y Carmen, a su vez están casadas con comunistas. Uno de ellos es Gil Pérez, muy activo en la zona quien se identifica abiertamente como comunista, por lo cual será uno de los primeros perseguidos por el enemigo.
Me acomodo en una troja en una casa de trabajo en la roza vecina a la casa de la familia. Me pongo ropa seca que me han entregado junto con una cobija. Me envuelvo en la cobija y me recuesto a descansar. Amanece. El guía se ha ido y aparece Baudilio Goyo. Vienen unos niños y la mujer de Baudilio con una taza de café y una arepa. Me saludan con cariño. Pongo a secar al sol la muda de ropa de la noche anterior.
La mañana es muy asoleada. Estoy parado mirando al sur. En la hondonada del valle pasa el río Yacambú, que no se ve. Al frente la Fila de Miracuy. Todo es de un verde muy intenso. Por primera vez aprecio la inmensidad de la montaña, el escenario imponente por donde estaré por mucho tiempo. Aquí me siento muy seguro.
Baudilio se va para venir por la tarde para continuar la caminata. Veo a Ema Goyo parada en la puerta de su casa con un radiotrasmisor portátil con el que se comunica con el comando, al otro lado del valle, para informar sobre la presencia del enemigo.En la tarde aparece Baudilio con una mula cargada con dos sacos. Tomamos un camino que baja hasta la orilla del río. Atravesamos el caserío Volcancito. Baudilio se para en la casa de Manuel Jacinto Villegas, el mayor de una larga familia de gente nuestra. Salen Manuel Jacinto y unos niños. Me saludan. Cruzan algunas palabras con Baudilio. Seguimos.
La gente de Volcancito es descendiente muy cercana de los indios gayones o guayones que ancestralmente habitaban la zona. Tienen un acento raro. Hace dos generaciones aquí todavía se hablaba la lengua antigua. La organización social es totalmente tribal. Manuel Jacinto, el mayor, es un cacique que lo decide todo.
Atravesamos el río antes de anochecer y comenzamos a ascender de nuevo. Pasamos frente a algunas casas, pero no entramos. Subimos a Cerro Blanco. Seguimos subiendo. Llegamos ya amaneciendo a una casa de trabajo en un conuco, roza se llama aquí, que bordea la selva. Aquí se llama “montaña” a esa vegetación alta en la cresta de las filas, que nunca ha sido cortada. La roza es de Celestino Torrealba un campesino amigo nuestro que vive aquí temporalmente con su mujer. Tienen varios niños. La casa es muy pequeña. Las paredes son varas de madera rústica con separaciones por donde penetra el frío. “Palo a pique” se llama por aquí. Me quedo fuera. Una de las normas de seguridad que traigo, y que cumpliré rigurosamente durante toda la guerra, es no entrar en casas campesinas. Me sirven comida afuera. Caraotas, arepa y café. Una mazamorra de jojoto muy dulce. Como con gusto.
A mediodía llega un grupo de tres guerrilleros. Salen sigilosamente de la montaña por un sendero que entra a la roza como a cincuenta metros de la casa. Se detienen al salir de la montaña. Uno de ellos saca un radiotrasmisor portátil con el que se comunica con Ema Goyo en Chamiza para informarse sobre la situación en la zona. Se acercan y saludan con mucha risa. Al mando viene un joven flaco, de bigote, armado con una ametralladora Thompson calibre 45. Nos presentamos. Soy Pedro Manuel, le digo. Lo sabe. Se presenta como Pedro. Es Víctor Sánchez, dirigente sindical del sector imprenta del Partido. Trabajaba en Caracas en la Imprenta Nacional. Tiene como nombre de guerra “Pedro Calagía”. Por primera vez encuentro un seudónimo con apellido. Lo acompañan dos guerrilleros campesinos, Alcario Castillo “Luzbel” de Chamiza y Etanislao Linares “Villapol”, de Volcancito. Ambos armados con carabinas FN 30. Con otros dos que conoceré después, son los primeros cuatro campesinos de la zona unidos a la guerrilla en esta etapa. Comen lo mismo que yo. Conversan cordialmente con los de la casa.
Al rato Pedro me entrega un saco de fique con una bolsa plástica dentro para que meta mis cosas. Tiene un mecate a cada lado para cerrarla y ponérselo como morral en la espalda. “Maleta” le dicen los campesinos. Le pregunto por mi morral, que debería estar aquí. Me dice en tono de sorna que me conforme con mi maleta, que no sabe nada. En Caracas había entregado a la retaguardia para que me lo trajeran, un equipo de campaña muy completo especialmente preparado, con un morral de lona impermeable, con plataforma metálica en la espalda, bolsillos a los lados, correas para colgarse, una cobija de lana, una brújula, una chaqueta.
Me dice “nos vamos”. Lo sigo con mi maleta a la espalda. Detrás de mi vienen Luzbel y Villapol. Cruzamos la roza y entramos a la montaña. Vamos por una pica poco trillada. Hay mucho bejuco en el suelo. Me enredo y tropiezo a cada rato. No estoy acostumbrado a levantar los pies para caminar. Estilo típico de caraqueño bisoño. Pero estoy contento. Ahora si soy un guerrillero.
Llegamos a un claro en medio de la montaña donde hay un grupo de compañeros. Me recibe el propio Argimiro Gabaldón. Aquí es el Comandante Carache. Nos abrazamos con mucha emoción. En el grupo está Pedro Duno. Aquí es “Horacio”. Recapitulamos las conversaciones de semanas atrás en Caracas. Carache habla mucho.
Me presenta a todos los guerrilleros.
Entre ellos está Elías, mi compañero de la escuela de Manzanita. Qué gusto volverlo a encontrar. De aquí en adelante pasaremos mucho tiempo juntos. Se ha iniciado una amistad muy fuerte que va a durar toda la vida.
Me presenta a Gilberto Matheus “Espartaco”, estudiante de Trabajo Social de la Universidad Central. Carlos Galarraga “Calandro”, militante de la Juventud Comunista de Catia, quien habla con el acento del oeste de Caracas. Juan Vicente Montenegro “El Paisa”, andino, muy joven que conserva su acento gocho, estudiante de Geografía de la Universidad. José Rafaél Toro Torres “Alarcón”. Los otros dos campesinos baquianos, Amadeo Rivero “Rafael Miracuy”, de Cerro Blanco y Tiburcio González “Castaño”, de Chamiza. Juvencio Moreno Lucena “José Luis”, de la Juventud Comunista de Río Claro. Están también Nabor Fernández “Freddy”, hijo de Chelao Fernández, viejo comunista quién ha acompañado a Carache desde hace varios años. Estuvo en la guerrilla de los Humocaros. Su familia tuvo que emigrar de la zona. Ahora tres de sus hijos, Nabor, Cruz y María, son guerrilleros. Y Teodoro Villegas “Marcial”, hijo de Manuel Jacinto Villegas, de Volcancito.
En el sitio está Rafael Elino Martinez el “Gordo”, el Comandante “Máximo”. Ha llegado hace pocos días. Lo saludo con cariño. Parece estar muy preocupado. Vino a la zona trayendo a dos urredistas que habían sido enviados por Fabricio Ojeda. Uno de ellos era médico. Cuando llegan a Chamiza, a casa de los Goyo, Máximo saca de un morral un paquete de dinero donde trae 10.000 bolívares en billetes, una fortuna para ese tiempo. Se le han mojado y los pone a secar. Todos ven el dinero de reojo. Esa tarde continúan el camino. En la subida hacia Cerro Blanco va jadeante. El médico le ofrece ayuda. Máximo le entrega el morral. Siguen camino. De pronto no ven más al médico. En algún cruce se ha ido con el morral y el dinero. Probablemente tomó para irse un camino que sale al llano por Acarigua.
Poco antes de mi llegada ha salido un grupo con José Díaz “El Gavilán” hacia el oeste. Seguirán por la montaña hasta la zona de Humocaro Alto, donde tiene mucha gente amiga. Lo acompaña Ignacio Medina Silva “Comandante González”, militante de URD de Valencia, antiguo guerrillero que acompañó a Fabricio Ojeda en su incursión por esta zona el año anterior. Va con ellos para acompañarlos hasta el río Portuguesa. Conoce bien el camino y hará contacto con gente conocida en esa zona. En el grupo va Toñito, hijo de El Gavilán.
Carache me entrega mi arma, un fusil FN30, con cincuenta balas, una hamaca, un plástico para la lluvia, una escudilla de aluminio para comer, una cuchara y un par de botas de goma. Vengo muy incómodo, con los mismos zapatos que traigo desde Caracas. Le pregunto por mi equipo de campaña. Me dice que tengo que esperar. Me lo traerán en alguno de los lotes de pertrechos que nos manda la retaguardia.
Estamos en el campamento “El Paují”. Muy cerca del plan donde nos encontramos hay una choza grande techada de palma montañera, hecha por los guerrilleros con varas y bejucos cortados allí mismo. La cocina, es un sitio con tres topias al extremo del campamento, donde se cocina con leña, en una lata mantequera de cuarenta litros.
Al caer la tarde, a las seis, hay una formación en fila. Al frente se para el Comandante. Resume algunas instrucciones para la noche y nombra los turnos de guardia. La comida la hace un guerrillero asistido por otro a cargo de la leña y el fuego. La cena por lo general es una escudilla de atol de harina. Algunas veces café y un trocito de papelón. Después de cenar se cuelgan las hamacas bajo un plástico tendido sobre una cuerda para protegerse de la lluvia, que en esta zona y en esta época del año, es diaria.
Hay varios radios de batería. Se sintoniza el programa de noticias de Radio Rumbos y luego Radio Habana Cuba.

lunes, 11 de abril de 2016

Héctor Mujica reivindicó el periodismo comprometido con la verdad revolucionaria


Héctor Mujica
El 10 de abril de 1927 nació en Carora, estado Lara, Héctor Mujica, reportero, intelectual, filósofo, político y profesor universitario, considerado uno de los mayores referentes del periodismo venezolano.
Se graduó de periodista en Chile, a finales de los años 50, luego de haber sido exiliado por la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, producto de su militancia revolucionaria en el Partido Comunista de Venezuela (PCV). Antes fue perseguido, apresado y torturado.
Fue uno de los fundadores de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en la que formó a varias generaciones de periodistas venezolanos. Allí, además, estudió Economía y luego Filosofía. También estudió en Francia Psicología.
Mujica fue uno de los fundadores de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), luego Colegio Nacional de Periodistas (CNP), organismos que dirigió entre 1967 y 1968 y luego entre 1976 y 1978, respectivamente.
Igualmente, se desempeñó como periodista en los diarios Últimas Noticias, El Heraldo y El Nacional. Fue autor de libros como El Inquieto Anacobero: confesiones de Daniel Santos a Héctor Mujica; El Imperio de la Noticia ySociología venezolana de la comunicación, entre otros.
Recibió el Premio Nacional de Periodismo en Docencia e Investigación por su amplia trayectoria, además del Premio Internacional de la Organización Internacional de Periodistas.
Héctor Mujica decía que “sólo los periodistas que tienen una ideología, una cosmogonía, una concepción del mundo y de la vida y un firme concepto de la moral pública, superan la condición de alienados”. Murió en Mérida el 12 de febrero de 2002 a los 74 años de edad.

martes, 31 de marzo de 2015

UN DIA COMO HOY HACE YA 43 

AÑOS FUE 

ASESINADO EL INSIGNE 

LUCHADOR 

Y CAMARADA 

AMERICO SILVA 


UN DIA COMO HOY HACE YA 43 AÑOS FUE ASESINADO EN EL KM 27 DE LA VIA EL PAO (SAN FELIX-EDO BOLIVAR) EN EL GOBIERNO DE RAFAEL CALDERA EN LA CUARTA REPUBLICA EL INSIGNE LUCHADOR Y CAMARADA Y PRIMER COMANDANTE DEL FRENTE GUERRILLERO ANTONIO JOSE DE SUCRE,NUESTRO ETERNO CAMARADA AMERICO SILVA,QUIEN FUE Resultado de imágenes para silva americoDIRIGENTE OBRERO IMPULSOR DEL PRIMER SINDICATO DEL HIERRO,DIRIGENTE AGRARIO Y UN MILITANTE HONESTO,LUCHADOR EN CONTRA DE LA BURGUESIA Y DEL IMPERIALISMO.
EN TAL SENTIDO,EL COLECTIVO AMERICO SILVA INVITA AL PUEBLO DE GUAYANA Y A LOS REVOLUCIONARIOS PARA QUE ASISTAN ESTE 11 DE ABRIL A PARTIR DE LAS 8AM AL KM 27 PARA RENDIRLE UN SENCILLO PERO SINCERO HOMENAJE AL COMANDANTE GUERRILLERO AMERICO SILVA.
"LOS QUE MUEREN POR LA VIDA NO PUEDEN LLAMARSE MUERTOS"
"HONOR Y GLORIA A AMERICO SILVA"

martes, 25 de noviembre de 2014

En 1960, la dictadura de 

Trujillo 

enRepublica Dominicana 

asesinó 

brutalmente a las hermanas 

Mirabal
“Y sus bocas sin lenguas seguirán hablando
Y sus tres corazones palpitando en la piedra
Permanentemente vivas en el alma del pueblo;
Las Mirabal cayeron para volverse enternas…”
Carmen NataliaSan Juan, Puerto
En 1960, la dictadura de Trujillo en Republica Dominicana asesinó brutalmente a las hermanas Mirabal.
Patria, Minerva y Maria Teresa Mirabal eran activistas sociales contra el gobierno de facto en su país, y fueron condenadas a muerte un 25 de noviembre.
En su honor, las mujeres que asistieron al Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en 1981, propusieron que cada 25 de noviembre reflexionemos sobre la violencia que sufrimos las mujeres, ya sea por nuestra militancia política o simplemente por el hecho de no nacer varones.
Miles de mujeres, compañeras, han sido desaparecidas, asesinadas por la dictadura militar también en nuestro pais. Son cientos las “mariposas” (como se las llamaba a las Mirabal en Republica Dominicana), las que desde siempre ponen sus vidas a disposición para pelear por un mundo mas justo, menos violento y más habitable.


domingo, 2 de noviembre de 2014

1 de noviembre:

53 años del asesinato de Livia Governeur

                  
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Prensa PSUV.- Ayer se cumplieron 53 años del asesinato de Livia Gouverneur, joven venezolana, estudiante de psicología y militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV), que en lo sucesivo sería recordada como la “Virgen Roja de los Estudiantes”.
Eran las 9:30 de la noche del 1 de noviembre de 1961, cuando brigadas de estudiantes de la Universidad Central de Venezuela (UCV) protestaban por la presencia de un grupo de cubanos simpatizantes de la brutal dictadura de Fulgencio Batista en la quinta La Hogareña, ubicada en Las Acacias, Caracas.
Los batisteros llegaron a Venezuela por órdenes del presidente de la época, Rómulo Betancourt, y se habían dedicado a conspirar contra las organizaciones revolucionarias venezolanas, como la que integraba la infortunada estudiante, quien a sus 20 años encaró una férrea lucha en oposición a la represión contra insurgente instruida por Estados Unidos.
El gobierno de Betancourt mantuvo la presencia de los mercenarios en Caracas con el propósito de apoyar agresiones contra la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro.
Las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) orientaron sus operaciones al hostigamiento de los contrarrevolucionarios para así obligarlos a salir del país. Esa fue la tarea asignada a Livia y otros militantes.
Sin embargo, la llegada de la militancia revolucionaria al lugar donde se encontraba el grupo de exiliados fue recibida con balazos; de los cuales uno perforó el pulmón derecho de Gouverneur, la primera víctima que registró la juventud comunista de la época, que se preparaba para enfrentar el gobierno adeco Betancourt.
El cadáver fue trasladado hasta la casa de sus padres, tras sortear el cerco policial en las clínicas de una ciudad sometida bajo el toque de queda que ejercía la Dirección General de Policía (Digepol) y bandas armadas del betancourismo.
Para entonces, en 1961, la suspensión de garantías constitucionales decretada por parte del presidente Rómulo Betancourt había dejado un saldo de 90 muertos, 970 heridos y mil 630 presos políticos, según las cifras oficiales.
Hoy en el año de la Juventud, en nuevo contexto revolucionario que deja atrás la perturbada noche cuatorepublicana, debemos mantener viva la memoria de nuestros mártires que allanaron el camino y las sendas del socialismo, el ejemplo combativo de Livia está vivo como una llama que guía y orienta las nuevas generación que hoy luchan por la construcción de una Patria Nueva.

martes, 21 de octubre de 2014

Kléber Ramírez Rojas y la pedagogía comunera



Kléber Ramírez Rojas fue uno de los teóricos más influyentes en la visión política de Hugo Chávez que desembocara en el 4 de febrero de 1992. Nació en Chiguará, pueblo del estado Mérida en 1937 y murió en 1998. Fue militante de la Juventud Comunista, fue uno de los fundadores del Frente de Liberación Nacional y de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional y posteriormente coordinador nacional del Movimiento Político Ruptura y del PRV. Su trajinar político se fundamentó en un proceso intelectual orgánico basado en la radical transformación de la realidad venezolana. Al respecto señalaba que la crisis del Estado venezolano se resolvía solamente con la liquidación y entierro de ese estado Gomecista, creando uno nuevo: el Estado Comunero. Kleber Ramírez Rojas estuvo en Nicaragua unos ocho meses antes de la caída de Somoza, visitó Vietnam y estrechó la mano de Ho Chi Ming en 1961, además estuvo en Irak, China y la Unión Soviética. En su libro “Venezuela: La cuarta República” dice que “los partidos políticos no son instituciones permanentes, tienen vigencia en determinado momento; luego su razón de ser desaparece o puede desaparecer, para convertirse en verdaderos empresas expoliadoras de las necesidades y esperanzas populares, son epifenómenos; cambian sus líderes y sus plataformas”, y continúa más adelante, “la única realidad es el pueblo, con sus necesidades anhelos e inquietudes.
La sociedad debe ser dirigida por los que trabajan realmente, no por los que viven del engaño a los demás, sería más conveniente crear una Fuerza Revolucionaria Socialista, con una estructura horizontal de amplia participación que apoye el proyecto del Presidente y su gestión, hacia la conformación de una sólida estructura comunitaria, partiendo de la enseñanza hacia la transformación del hombre individual hacia el hombre colectivo y políticamente formado para que entonces ese hombre nuevo y políticamente culto vaya desarrollando los núcleos comunales en función de un trabajo de Formación Socialista, humana, con una Educación Política integral de crecimiento sostenido y objetivos claros hacia la Patria nueva, llena de ciudades y nuevos espacios comunales, municipios federales donde surjan las empresas de producción social, que serán en la medida del cumplimiento de los términos empresas propiedad de las comunas formadas y preparadas en el conocimiento y manejo de las mismas. Además de esta manera, también crearemos el sentido de pertenencia necesario para defender este proceso de País y lo más importante, el revolucionario tiene que demostrar con hechos y acciones personales lo que pregona, como promotor y activista de una causa justa de inclusión. El partido concebido como reunión de militantes por un objetivo electoral o sólo político se convierte en una estructura vertical rígida que termina por expoliar las necesidades de sus militantes y sólo los utiliza para la consolidación de apetencias de poder personal o grupal en perjuicio de las mayorías”.

Kleber Ramírez Rojas señala que es requisito de los demócratas auténticos, vincularse activa y realmente al Pueblo, y orientarlo hacía su emancipación. Entendió como pocos que el saber y el trabajo deben ser piezas del mismo engranaje y por eso hablaba del “Pueblo Armado” en todos los sentidos: armado en la conciencia; en las ideas; en la moral; en la organización y la movilización; en la producción; en las armas; en alianzas y praxis perseverantes y transformadoras. Al respecto dice: “estos son los requisitos para liberar a los humildes, los explotados y los reprimidos; o mejor para que ellos se liberen en contextos revolucionarios junto a sus liderazgos legítimos y debemos insistir en vencer al imperialismo que hoy sigue interviniendo contra las luchas de los pueblos. Es necesario, entonces, ir al encuentro del pueblo y decidir con base a sus creencias. Nadie debe hablar a nombre de éste si vive aislado de nuestra gente, atrincherado en su pequeño comando, en unas siglas, o en sus partidos” y luego señalaba lleno de alegría “chico es el poder popular y no otro”. Por supuesto, “los renegados y conversos no tienen espacio en este nuevo proceso; mucho menos, los oportunistas pragmáticos, ni los academicistas retóricos, ni los neutrales indiferentes”.
“Necesitamos claridad y perseverancia. Convencimiento y pasión. Entrega y sacrificio ¡Cuán exigente es el apostolado político en función colectiva! Cuán heroica es la coherencia entre la predica y la práctica. Cuan débil suele resultar la condición humana para darle curso cotidiano a las luchas sin impaciencias, ni ambiciones, ni inmediatismos, ni prepotencias sectarias, que dividen y dispersan los esfuerzos del movimiento popular contra el Estado neoliberal. Era y es en este contexto de ideas y urgencias de contenido ético y de ideario político, donde se inscribe el pensamiento y plática para el debate, el combate y la esperanza; para la reflexión y la acción, siempre en función del Pueblo. Pero no de cualquier Pueblo, concebido para el Pueblo popular y revolucionario”
Kleber Ramírez Rojas entendió la necesidad de darle vida a un nuevo proyecto político nacional. Necesidad teórica y práctica porque él señalaba que “primero son las ideas que moverán voluntades al unísono y en la misma dirección, y en segundo lugar las formas de lucha”. La línea de fuerza fundamental que, en su criterio, debía orientar la construcción de una nueva República era “producir alimentos, ciencia y dignidad”. Quizás sea éste uno de los mejores ejemplos de pedagogía comunera que debe sustentar el saber y el trabajo.
Alí Ramón Rojas Olaya es Rector de la Universidad Católica Santa Rosa.

domingo, 19 de octubre de 2014

ARGIMIRO GABALDON.,. COMANDANTE CARACHE