miércoles, 23 de febrero de 2011
LA LUCHA DE LOS SESENTA...
Siempre Livia...
LIVIA GOUVERNEUR
El primero de noviembre de 1961, día cristiano de todos los santos, en horas de la noche, cae en combate la estudiante universitaria y militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV) Livia Gouverneur, en una operación de hostigamiento contra cubanos bastisteros que se hospedaban en la quinta “La Hogareña”, en la Av. Principal de Las Acacias, en El Recreo, Caracas. Siempre Livia a los 47 años de su asesinato
El primero de noviembre de 1961, día cristiano de todos los santos, en horas de la noche, cae en combate la estudiante universitaria y militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV) Livia Gouverneur, en una operación de hostigamiento contra cubanos bastisteros que se hospedaban en la quinta “La Hogareña”, en la Av. Principal de Las Acacias, en El Recreo, Caracas.
Esta muerte es la primera que registra la Juventud Comunista de la época que venía preparándose militarmente para enfrentar el gobierno adeco de Rómulo Betancourt.
A continuación presentamos fragmentos de un libro que saldrá pronto llamado “La Noche de todos los Santos” que presenta entrevistas a dos de los sobrevivientes de eso sucesos y el documento incautado al embajador gringo Teodoro Moscoso, leído por el Che en Punta del Este. La mayoría de los diálogos de que presentamos – remozados por el autor- son recogidos de testimonio de quienes vivieron y militaron al lado de ella.
A 47 años de esta inmolación rendimos tributo a su leyenda, a su mística militante para que sea ejemplo para la juventud venezolana.
Andrés Eloy Milano, "Carlín"
aemilano3817@yahoo.com
Las últimas horas de Livia
Una pertinaz lluvia cae sobre Caracas. La tormenta azota fuerte la parte norte de la ciudad, este año el “Cordonazo” no anuncia el fin de las lluvias que se prolongan hasta finales de mes. El torrente de agua baja de La Pastora hacia el centro produciendo efectos por las represas que hacen los niños con piedras y cajas. Muchos de ellos fabrican barcos de papel, otros con su ingenio lo hacen de madera. Una pequeña tabla, unos cuatro clavos y pabilo alrededor simulan naves que bajan a gran velocidad y se pierden bajo los carros o chocan contra las aceras.
Escampa. Livia se asoma al portón de la casa y grita: “Bueno muchachos, vamos a ver quién llega primero a la pared de arriba” y señala al norte, en subida, en la pared del seminario. Cronómetro en mano grita: “Ya…”.
Livia Margarita Gouverneur Camero había nacido en San Agustín, caraqueñísima parroquia, en su parte norte, un 15 de julio de 1941. “Muy cerca del antiguo cine Junín”, dicen los que la recuerdan. Y agregan, “en lo que hoy en día es una residencia con el mismo nombre, en la avenida Lecuna antes de llegar a Parque Central”.
– Livia por favor, sale doña Lola, madre de Livia, al medio de la calle, ayúdame con los niños que se van a enfermar, grita con cierto acento llanero.
– Ah, caraj… Livia jugando con los muchachos, de cuando acá, piensa para sus adentros.
– Mamá, recordé que debo ir a la universidad, a seguir con el trabajo de campo…se me hace tarde, responde dando la vuelta violentamente y caminando muy rápido.
Con un gesto se despide de los muchachos, hermanos y vecinos. Entra velozmente al cuarto carga con una muda de ropa y sus enseres personales. La madre la mira, se le acerca y la abraza, al tiempo que le susurra al oído: “cuídate mija, la cosa no está muy buena para que andes por ‘ai’.”
– Despreocúpate, vieja que yo me sé cuidar, responde Livia mirándola fijamente a la cara.
– Claro que tengo que preocuparme, las garantías están suspendidas y hay muchos tiros de noche, carros fantasmas disparando y muchos muertos, dice doña Lola con énfasis. Y agrega: “los adecos no andan con vainas, fíjate lo que dice el periódico de las bandas que con cabillas y pistolas entran y acaban con reuniones...”
– Ujú, ya vas a empezar, ataja Livia, no te extrañe que un día de estos me traigan muerta –, suelta Livia sorprendiendo a su mamá.
– Muchacha del cipote, no digas tanto disparate, exclama doña Lola mientras se persigna y agrega: “que tanta vaina tenemos con que seas comunista. Mira que Betancourt dijo que hay que disparar primero y después que averigüen… lo que estás buscando es que no te deje ir”.
– Me escapo…Además yo muero defendiendo una causa…
– ¿Qué causa del carajo?
-Olvídalo. Es echando vaina, no me creas…de todas maneras, no te preocupes que yo sé lo que hago. Y agrega: “Salgo para Yaracuy y regreso en unos días, allá todo es más tranquilo”.
Se agacha y escoge unas zapatillas de goma. De repente, saliendo de la sala y entrando al cuarto aparece Oneida, con tan sólo 14 años de edad y grita.
– Esos no te lo llevas, esos son míos, increpa Oneida desde lo lejos.
– Coño cuando me muera te vas a quedar con todo lo mío… No seas mezquina, insiste Livia.
– Livia que dejes la vaina esa de jugar con la muerte, grita doña Lola.
Desde el fondo de la casa se oye una voz gruesa que sobresale sobre la de los niños y la de doña Lola: “Bueno ya, que tanta gritería es esa”, es don César Humberto, padre, llanero guariqueño, comerciante en ascenso, conocido como el “Mantequero” quien acomoda las latas de “Los Tres Cochinitos” que trajo de puente Restaurador para distribuir y vender.
–Te agradezco Livia que pases más tiempo en la casa para que ayudes a tu mamá que no se encuentra muy bien que digamos. Y remata: “Y me haces el favor de dejar la fumadera que dejas el cuarto prendío…y cuídate que hay muchos tiros en la universidad”.
Como a casi todos los muchachos de la época, a Livia se le conocía por dos cosas: una extraordinaria lectora, como buena militante comunista y porque fumaba mucho a escondidas de sus padres. Con una voz ronca y un rostro bizarro, como la recuerda Pancho Toro, su voz de mando producía respeto. En Cerro Azul, en las montañas del pueblo de Carabobo, Estado Yaracuy, recibía instrucciones militares desde mediados de 1960, para luego impartirlas a los campesinos que brincaban de susto cuando Livia hacía estallar un niple o una granada con pericia. Muchos lugareños la veían con extrañeza por su destreza en el manejo de motos. “¿Mujé’… manejando motos…abra se visto?”.
Hasta ese día, en cifras redondas, la suspensión de las garantías constitucionales de parte del Presidente Betancourt había dejado en 1961, un saldo de unos 90 muertos, 970 heridos y 1630 presos políticos, cifras oficiales que por lo general eran manipuladas y reducidas a su mínima expresión.
Livia era hija de los guariqueños César Humberto Gouverneur Camero, fallecido a los 65 años en 1978; y Lola Camero de Gouverneur, ambos primos hermanos, fallecida el 1ro. de octubre de 1962, exactamente a los once meses del asesinato de Livia. Hija mayor de la pareja Gouverneur-Camero, ella tenía otros 10 hermanos: Tibisay Gouverneur de Reyes, César Enrique, Roraima (fallecida), Oneida (fallecida), Maigualida, Juan Carlos, Gustavo, Leonardo (fallecido), Irene (fallecida) y Dolores.
Desde niña Livia participa en muchas actividades artísticas, a las cuales era muy inclinada. En teatro, por ejemplo, se destaca con el personaje “Doña Inés” de “Don Juan Tenorio”. Y, según reseña el diario Últimas Noticias de 1959 ([1]), Livia pertenecía a un grupo de teatro que dirigía Hugo José Balzán. La noche del 6 de agosto de 1959 formó parte del elenco que interpretó “El Paraíso de los Imprudentes”, del salvadoreño Walter Beneke. “La obra se desarrolla en ese pequeño mundo existencialista de Paris y en ella se destacan dos ideas, las dos posiciones filosóficas tradicionales: el joven Juan representa el comunismo, las ideas marxistas, mientras que Carlos, representado por José Balzán, es un joven estudiante de nacionalidad norteamericana que defiende los principios católicos (…) Livia Gouverneur hace el papel de Cristina, la libertina adolescente”. También participa como actriz en el grupo “Máscara”, fundado en 1950 por César Rengifo donde trabaja, entre otros, con Oswaldo Orsini, asesinado en las montañas de Cerro Azul, Yaracuy, a los 22 años de edad, en los días que asesinan a Mario Petit en 1962. También Neri Carrillo, dirigente revolucionario, Comandante del FLN-FALN y fundador del Sindicato de Artistas de la Radio y la Televisión, participa en el grupo. Recibe clases allí de Natalia Silva.
El 16 de septiembre de 1959 ingresa a la UCV a la novísima Escuela de Psicología, fundada en 1956, entre otros, por el español Guillermo Pérez Enciso, su primer director y cuya primera legión de graduados sería en 1960. Mandaba la Junta de Gobierno presidida por Wolfgang Larrazábal - que al decir de Kléber Ramírez, “en esos días no había partido de gobierno y tampoco de oposición”.
La Brigada “21 de Noviembre”
Maltrecho políticamente el gobierno al salirse Jóvito del Pacto de Punto Fijo, Betancourt rompe relaciones con Cuba - que se hace efectivo el 28 de noviembre de 1961-. Éste sigue abriendo puertas al exilio de ciudadanos cubanos, entre estos “gusanos”: ex-policías y torturadores batisteros que irían a engrosar las filas de la temible Dirección General de Policía (Digepol).
Estos últimos se dedican, una vez establecidos en varios sitios de la ciudad capital, a apedrear, tirotear y dañar ventanas del Consulado cubano en la Av. Andrés Bello, en el edificio del antiguo Colegio Venezolano de Periodistas (CVP), junto a la ultraderecha venezolana y amparados por el gobierno, ahora de la “guanábana” de adecos y copeyanos.
– Camaradas, revisaron el sitio, habla con voz de mando Héctor Rodríguez Armas, “Car’e loco”, jefe militar de la Brigada “21 de noviembre” de la Facultad de Ingeniería de la UCV del PCV, dirigiéndose a los combatientes de la Unidad Táctica de Combate (UTC), Alejandro Tejero, Antonio Acosta “Rasputín” y Francisco “Pancho” Toro.
Estos jóvenes de la Juventud Comunista del PCV se habían dado cita en el cafetín de Economía, para más tarde, reunirse en un antiguo laboratorio de Física de la Facultad de Ciencias que estaba en desuso que les servía de lugar de encuentro, depósito de propagandas y planificación de tareas. También usaban un cubículo “invadido” en la Biblioteca Central. Por doquier se veían latas de pintura, el famoso Gallo Rojo, emblema del PCV, colgaba en un lateral y tirados en el piso rumas de periódicos viejos de “Tribuna Popular”.
– Sí. Pasamos por la quinta anoche y sólo vimos a tres municipales custodiando. Y ya conseguimos que Livia nos acompañe para que neutralice a esa gente –, responde “Rasputín”. Y agrega:
– Lo correcto es que Livia entre primero y desarme a los policías. Claro que la seguiré de cerca para dar tiempo que estalle el explosivo en el “Opelcito”.
Se refería a un viejo carro Opel “expropiado”, según la jerga de la época, de fabricación alemana, del año 1956, que la brigada tenía escondido por los lados de Ciencia. Además del Ford Mercury que apenas tenía dos días de robado.
No eran advenedizos. Tenían casi dos años haciendo cursos militares por los lados de Montalbán, Estado Carabobo, en una hacienda propiedad de un familiar de uno de los miembros de la brigada. Además de cierta experiencia en operaciones de cierta envergadura. Héctor “Car’e loco”, por haber estudiado en la Escuela Militar hasta llegar a ser brigadier, con experiencia en el combate callejero desde el 23 de enero de 1958, era uno los instructores. Por otro lado, Livia que pertenecía a Humanidades hacía sus cursos en Cerro Azul, en Carabobo, pueblo del Estado Yaracuy, con experiencia en explosivos.
– Por cierto ahí viene Livia, señala Pancho.
– Disculpen la tardanza, coño la familia me retuvo –, dice Livia con su voz fuerte, ronca y no dejando el cigarro para nada. Saluda a todos y la ponen al tanto de lo conversado.
– ¿Preparaste el petardo?, pregunta “Car’e loco”, bajando el tono de voz.
– Sí, claro. Lo tengo en el bolso, responde rápido Livia.
– Esperemos la hora y mientras tanto, me disculpan que tengo que hacer otras vainas. A las cinco nos vemos para salir, dice “Car’e loco”. Los otros se quedan conversando de política.
– Con la salida de URD y de Jóvito del gobierno, este gobiernito se cae, Caraquita Urbina me dijo que “amarraremos los caballos” en las rejas de Miraflores dentro de pocos meses, comenta Pancho.
– Coño, sólo falta que los militares se pronuncien. Están a tirito… que arrechera me dan los camaradas de la dirección, dice Livia saltando de su asiento. Ya se cumplió un año de la plomazón que tuvimos aquí en la universidad contra el batallón Bolívar, y los grandes carajos no aceptaron el apoyo de varios oficiales que estaban en contra de esa intervención.
Se refería Livia a la puesta en práctica por parte de Betancourt y el Alto Mando Militar del Plan Macagua, destinado a sofocar y aplastar la rebelión en Caracas. Ocho batallones de soldados y policías, se congregaron en sus cuarteles prestos a cumplir órdenes. Sin embargo, más de la mitad de los oficiales, entre estos, los que se alzarían en Carúpano y Puerto Cabello, se dirigieron a la jefatura del PCV y MIR y estos respondieron que “era necesario defender la institucionalidad democrática pues Betancourt había sido electo democráticamente. Los oficiales, entre el desconcierto y la desazón, salieron a ponerse al frente de sus batallones para cumplir, sin el menor deseo, las órdenes de Betancourt y el Ministerio de la Defensa.” ([2])
– Del carajo la lectura que hizo el Che en Punta del Este de los papeles que le cojimos al bolsa de Moscoso de su lujoso maletín, habla rápido Livia, tal como era ella, hiperactiva y mordaz para buscar conversación en el grupo. Y agregaba: “Tengo copia del discurso, un camarada lo trajo del Uruguay”…
Quinta “La Hogareña””
Como estrategia de solidaridad con Cuba el PCV y MIR comienzan una campaña de hostigamiento contra los cubanos batisteros que en decenas se hospedaban en pensiones como la quinta “Maicara” e “Hilda”, en Sabana Grande; la “Hogareña” en la Av. Principal de Las Acacias; la “Antillana”, en el Paraíso; “Magda” y “13” en San Bernandino y la “Chateaud Madrid”, de Peligro a Pele el Ojo, en La Candelaria.
Una Unidad Táctica de Combate (UTC) de la Brigada “21 de noviembre” tenía instrucciones de ir a la “Hogareña”. Cuando se acercaba la hora y ya los muchachos estaban suficientemente relajados, Héctor Rodríguez Arma, “Car’e loco”, los alienta.
– Camaradas, el triunfo de la revolución venezolana pasa por defender la revolución cubana que es una esperanza de los parías del continente y la clase obrera. Hoy debemos, por instrucciones de la dirección del partido, hostigar hasta más no poder a esos mal paridos batisteros que huyen de la justicia revolucionaria de Fidel. El cabrón de Betancourt, como todos saben, les da hospedaje por órdenes de Kennedy y la CIA, y los pone al servicio de la Digepol, para perseguirnos y torturarnos hasta la muerte. Recuerden – agrega el jefe militar de la brigada – que no somos asesinos y que allí hay mujeres y niños. Nuestra tarea es cagarlos pa’ que se vayan pa’l coño…cuídense carajo, remata el Comandante, al tiempo que los abraza a uno a uno.
– “Rasputín” y Livia se van en el Opel, ordena con buen tono “Car’e loco”, Alejandro conmigo. Ya Pancho se fue para esperarnos en el sitio indicado.
“Car’e loco” reparte el armamento, escogiendo el su PPK. La Thompson 45 para “Rasputín”. Livia se encinta la Lugger de colección, Pancho se llevó su Browning.
A eso de las 8 p.m. Pancho Toro llega con su Volkswagen rojo y lo estaciona en el sitio indicado. Apaga el carro y ajusta el retrovisor. La cara de asombro que se refleja en el espejo es de película. Es cuando se percata que patrullas de la Digepol custodian una casa a unos cien metros. Afina su vista y ve la bandera de los Estados Unidos. Y dice: “Coño es la casa del embajador Moscoso. Qué cagada. Estas son las vainas de ‘Car’e loco’ ”…Luego de secarse la cara sudorosa dice a sus adentros: “Bueno, a esperar.” Mientras espera ve pasar un carro lujoso que entra a una quinta. Es Capriles, el dueño de Las Novedades. “Coño lo que faltaba, ahora viene el Ministro de la Defensa y se mete en la quinta del frente”, habla en voz baja y se hunde en el asiento del carro.
Mientras tanto, en la av. Principal de Las Acacias, casi a penumbras, Livia y “Rasputín” colocan el Opel en posición. “Rasputín” le hace una seña a Livia, luego que enciende el petardo que no explota, para que busque a los policías. Ella baja y le señala que no hay nadie. Llega el Mercury, se estaciona y los ocupantes comienzan a gritar y disparar al aire: “Viva la revolución cubana”, “Viva Fidel”. “Rasputín” saca su ametralladora y dispara al ras del techo.
– Carajo el petardo no explota, sigan disparando, ordena “Car’e loco”. En ese instante, Livia arranca a correr hacia el Ford Mercury en el momento en que aparece un policía municipal de la penumbra de los lados de la quinta. El policía le dispara a “Rasputín” y Livia se atraviesa en la línea de fuego. Livia cae al suelo y grita: “Me dieron…coño” y “Rasputín” se devuelve, la recoge del piso y la introduce violentamente en el carro donde todos se montan.
– ¿Donde te dieron Livia?, grita desesperado Tejero.
– Llévenme a un médico, me duele esta vaina, atinaba a decir la combatiente.
– Camarada rápido que Pancho sabe donde llevarla, dice Tejero.
Llegan al sitio donde está Pancho esperando y a quema ropa le dicen: “La cagamos le dieron un tiro a Livia”, dice Tejero.
– Coño, cómo va ser…, dice preocupado Pancho, guillo con los digepoles de allá…
Se montan en el carro y van al rumbo al médico. “Rasputín” Comenta: “camaradas, Livia se desmayó”, no se había dado cuenta que estaba muerta. Tejero se queda varias cuadras abajo.
Apenas llegan, Pancho, “Car’e loco” y “Rasputín” con el cuerpo de Livia, una especie de procesión por los Santos en su día los espera allá en El Valle. Todo el mundo ve bajar a Pancho cargando a Livia e identifican al que será famoso con el nombre de “El hombre del Volkswagen rojo”.
Llevada al médico, no había nada que hacer. La bala perfora un pulmón. El galeno dice tajantemente a los jóvenes: “llévensela”. Había que preservar esa “clínica” perteneciente al aparato armado del PCV. Eran aproximadamente las 9:30 de la noche. Los camaradas debían reportarse a las 11 con uno de los responsables de la operación, Antonio José Urbina, “Caraquita”, en un lugar cerca de la Plaza Madariaga, en El Paraíso. Es hora y media de agonía para los combatientes.
Se comunican a las 11 en punto con “Caraquita” y, ante la gravedad del caso, éste les pide media hora más mientras notifica la novedad a sus superiores, supuestamente Guillermo García Ponce. Prosigue la agonía de los combatientes. Luego de pasada la media hora y en otro lugar convenido, “Caraquita” informa que de “arriba” le dicen que dejen el cadáver en una clínica o un hospital. Los jóvenes discuten entre ellos y deciden llevarla a su casa, donde sus padres. Imposible para ellos abandonarla, ella, seguros están, no lo haría con ninguno de ellos. Así deciden desacatar la orden de la dirección del partido y salen rumbo a Sabana del Blanco, en la Pastora.
– Coño, qué bolas tiene esa gente, le dice Pancho a “Car’e Loco”, mientras conduce qué sabroso es dar órdenes. A esa camarada la llevo yo a su casa. Sé donde vive y para allá nos vamos…
(…) No es sino hasta la una o dos de la madrugada del jueves 2 de noviembre, día de los “Santos Difuntos”, y pasadas unas cuantas horas del tiroteo, cuando los jóvenes, identificados como miembros de la FCU-UCV, llegan en el Volkswagen rojo (el señor Gouverneur no se fijó en el número de la placa por lo tenso y oscuro del ambiente, según informa la prensa) a la casa No. 5, entre Centro y San Benito, sector Sabana del Blanco, La Pastora, hogar de los Gouverneur-Camero, tocan la puerta, abre el padre de Livia y se desarrolla el siguiente diálogo, publicado en los diarios capitalinos ([3]) en voz del señor Gouverneur:
– ¿Es usted el padre de la señorita Livia Gouverneur?, habla Pancho.
– Sí, responde el señor Gouverneur, ¿Qué sucede?..
– Su hija es una heroína que murió por la libertad y… no ha terminado la frase cuando el escándalo que se arma no deja terminar su discurso y Pancho, entre los nervios y los gritos de los familiares, pide auxilio a los camaradas. Relata el señor Gouverneur: “Dos jóvenes de unos 20 años de edad, me dijeron que en el carro, un Volkswagen rojo, estaba mi hija y que me la enviaba la Federación de Centros de la UCV”.
– Entre los dos jóvenes que me dieron la noticia – comenta el padre de Livia – un tercero que no pude distinguir permanecía al volante del carro en marcha y yo, procedimos a bajar a mi hija, ya muerta…
Súbitamente, los jóvenes entran a la vivienda cargando el cadáver de Livia y lo colocan sobre una cama, en la primera habitación que encuentran, la del medio. La rigidez del cadáver hace imposible enderezarla, casi fracturan sus piernas al acostarla. La madre grita y llora desconsoladamente. La perplejidad es total en la familia, los padres y sus numerosos hermanos no lo pueden creer.
El escándalo despierta al vecindario. Todo el mundo se entera y salen los vecinos a dar apoyo a la familia Gouverneur.
En sus bolsillos, su cédula No. 2.144.638 y su carnet de la Facultad de Humanidades, Escuela de Psicología, UCV, No. 363.
Los jóvenes se alejan del lugar súbitamente. El Volkswagen rojo desaparece en la oscuridad de la noche…
ALBERTO LOVERA
A los cuarenta y cinco años de su asesinato, el Partido Comunista de Venezuela rinde un excelso homenaje a la memoria del camarada ALBERTO LOVERA y exige JUSTICIA y CASTIGO a los culpables que aún sobreviven.Caracas, 18 oct. 2010, Tribuna Popular.- El Buró Político del Partido Comunista de Venezuela recordó hoy el 45 aniversario del secuestro, y posterior asesinato, del camarada Alberto Lovera en la Plaza Las Tres Gracias, en la ciudad Capital, producto de la política criminal de los gobiernos de la burguesía puntofijista.Carlos Aquino, miembro del Buró Político, comenzó la rueda de prensa mencionando la fecha del 18 de octubre de 1965, cuando el camarada Alberto Lovera, miembro del Buró Político para la época, fue secuestrado, torturado salvajemente hasta provocarle la muerte y, finalmente, intentaron desaparecerlo.“Es para nosotros un deber fundamental recordar la memoria del camarada Alberto Lovera, porque la aparición de su cuerpo recuerda y acusa al régimen puntofjista, al sistema de la democracia burguesa que se impuso en Venezuela”, señaló Aquino.Asimismo, subrayó que hoy, en “este proceso revolucionario estamos procurando trascender, transformar el estado burgués todavía imperante para poder construir la sociedad de justicia por la cual lucho y entrego su vida heroicamente el camarada Alberto Lovera.”A continuación reproducimos un escrito enviado por Alberto Lovera, hijo, a Tribuna Popular:Este 18 de octubre se cumplen cuarenta y cinco (45) años del secuestro, tortura, asesinato y desaparición del Camarada Alberto Lovera, quien era miembro del Buró del Partido Comunista de Venezuela, para octubre de 1965, Alberto (mi padre) era partidario de la lucha armada como medio para la toma del poder, para así construir la revolución en Venezuela, para crear una sociedad de justicia e igualdad, para la gran mayoría de los venezolanos, y representaba el sueño de miles de mujeres y hombres en nuestro país y en el mundo, como decía el Ché “Sean capaces de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario” y esa cualidad era la que motivaba a mi papá en todas sus luchas, y lo acompañó hasta el día de su muerte.Ese 18 de octubre de 1965, estaba Lovera en las inmediaciones de la Plaza de las Tres Gracias circulando en su vehículo, según algunas versiones, y según otras fuentes, estaba en una reunión con miembros del Partido en un apartamento en los Chaguaramos, el hecho concreto fue, que ese día de octubre manera absolutamente ilegal, fue secuestrado por esbirros de la Digepol, y digo secuestrado de acuerdo al significado de ésta palabra en el diccionario, luego fue llevado a varios de los centros clandestinos de tortura que tenía la Digepol, donde de manera cobarde y aberrante fue brutal y salvajemente torturado, hasta incluso causarle la muerte, y aquí es imprescindible reivindicar su valor con el que se estrellaron sus torturadores ante el contundente muro de su silencio, estuvo durante nueve (09) días soportando ésta situación.Meses antes habían secuestrado, asesinado y desaparecido a otros camaradas, como parte de lo que era el “Terrorismo de Estado, como ejercicio represivo del poder de los gobiernos de Acción Democrática y COPEI, es decir el Terrorismo de Estado como política pública.Fue específicamente durante el gobierno de Raúl Leoni, y el ministro de relaciones interiores era Gonzalo Barrios, cuando sucedió la desaparición de mi papá, es fundamental recordar que durante ese gobierno con el apoyo y asesoría de la agencia central de inteligencia, se crea en Venezuela la terrible figura del desaparecido político, tal y como lo ha dicho en más de una oportunidad el Dr. José Vicente Rangel, como aberrante elemento central del Terrorismo de Estado, cuya asquerosa práctica se aplicó después en los países de Centro y Suramérica, como política de exterminio hacia toda la oposición durante esos años y los posteriores.Es estrictamente necesario recordar que la Constitución de 1961, plenamente vigente cuando secuestran y asesinan a Lovera, consagraba el derecho a la vida como un derecho inalienable, e igualmente Venezuela era ya signataria de la Convención de Viena, o como se conoce la Convención de los Derechos Humanos, todo ese aparataje legal fue completamente obviado durante el asesinato de mi padre, y el de más de tres mil (3.000) asesinados y asesinadas y desaparecidos y desaparecidas durante la IV República, y como acertadamente menciona con frecuencia el Dr. José Vicente Rangel Vale “un pueblo que olvida su pasado, está condenado a repetir sus errores en el futuro”.Lovera el desaparecido.Luego de su secuestro, tortura y asesinato, a mi papá le amarraron unas cadenas un pico y un candado a su cuerpo antes de lanzarlo al mar en las playas Barcelona, esperaban que se hundiera su cuerpo y fuese un desaparecido más, como los hermanos Pasquier, Alejandro Tejero entre otros, pero el destino quiso que su cuerpo flotara, y denunciara lo que era una práctica aberrante durante esos gobiernos de ultra derecha, la desaparición forzada de personas.Mis recuerdos de esos momentos, y de él, son muy vagos, yo tenía apenas seis (06) años de edad, sin embargo viene a mi memoria las angustias de mi mamá María del Mar, para saber donde estaba mi papá y que había pasado con él, y cuando le preguntábamos nos decía que él estaba enfermo fuera de Caracas, hasta que, en marzo de 1966 es ordenada la exhumación de un cuerpo en una tumba sin nombre del cementerio de Barcelona en el Estado Anzoátegui, y luego de los exámenes odontológicos fue identificado como el cuerpo de Alberto Lovera, al día siguiente mi mamá nos sentó a mi hermana y a mi, en la sala de la casa y nos dijo que nuestro papá había muerto, en ese momento nos abrazamos y lloramos los tres, un profundo dolor se apoderó de nosotros, yo tenía seis años y mi hermana Yanira solo tenía cuatro (04), y nos quedamos sin papá por el resto de nuestras vidas, que injusticia tan grande, y más aún cuando pienso en las miles de familias que vivieron situaciones similares en nuestro país, y peor aún en Centro y Suramérica, cuyas prácticas terroristas de estado, asesinaron y desaparecieron a cientos de miles de luchadores y luchadoras por un mundo mejor.Al hacer esta gran reflexión y para culminar, quisiera compartir con todos ustedes una pregunta que me he estado haciendo en los últimos días ¿cuando dejamos de ser seres humanos?, porque los cobardes que torturaron y desaparecieron a mi papá y a otros miles no pueden llamarse humanos, como tampoco los torturadores y asesinos en Centro y Sur América, lo que sucede es que dejamos de ser, solo para existir, y, sí continúa la acción depredadora del capital, pareciera que irremisiblemente como bien dice el Camarada Fidel Castro, la nueva especie en peligro de extinción es el hombre, y lo que ahora es una especulación, pereciera que cada día más se convierte en un realidad inexorable.“Que su valor, fortaleza e infinito amor por la humanidad, sean ahora y siempre ejemplo de Revolucionario”Honor y Gloria para Alberto Lovera¡Hasta la Victoria Siempre!
A continuación reproducimos un escrito especial elaborado por J. Enrique Montero y Tribuna Popular:Alberto Lovera fue secuestrado por la policía política del régimen betancurista encabezado por Raúl Leoni, frente a la Ciudad Universitaria de la UCV, en la Plaza Las Tres Gracias, en Caracas, el 18 de octubre de 1965, y aparecido su cuerpo destrozado y encadenado en las playas de Lecherías, estado Anzoátegui, el 27 de octubre de 1965.Este execrable crimen le fue servido en bandeja de plata al imperialismo norteamericano por sus serviles verdugos, quienes para aquel momento eran: Raúl Leoni, desgraciadamente Presidente de Venezuela; Gonzalo Barrios, Ministro de Relaciones Interiores; Luis Vera Gómez, ideólogo de la represión y la tortura, Director General del Ministerio; y el inefable y tristemente célebre criminal José Jesús Patiño González, Director de la Gestapo venezolana, entiéndase Dirección General de Policía (Digepol).En la delación que orientó a la Digepol a detener a Lovera, intervinieron tres tránsfugas, a saber: Helímenes Chirinos, quien lo delata diciéndole a Carlos Vegas, Jefe de Capturas, que como responsable militar y de finanzas Lovera tenía en su poder 500 mil bolívares, que los criminales querían a toda costa; el desertor Raúl Peña Palencia, convertido en esbirro y quien participó también en las torturas; y Aníbal González, traidor y delator de la “concha” de Lovera, a quien la Digepol le regaló una suma de dinero para una casa en Propatria.En relación a su vida, Lovera ingresa al PARTIDO COMUNISTA a muy temprana edad.En 1947 representó al Partido en un Congreso de Juventudes realizado en Varsovia.En 1952 es electo Diputado al Congreso Nacional, lo cual rechaza en desacuerdo por el fraude electoral que dio como ganador al Cnel. Marcos Pérez Jiménez a la Presidencia de la República.Cuando se constituye la Junta Patriótica, en Junio de 1957, forma parte integrante de la misma en representación del PCV.En 1958, a la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, dirige las acciones en los barrios populares de la capital.Siempre, hasta el mismo momento de enfrentar dignamente la muerte cara a cara, siete años después, asumió con compromiso y coraje todas las tareas que le asignó el Partido, sabiendo que luchaba por una causa mayor, por la liberación y el socialismo.La estabilidad de la dictadura de la “Ancha Base” (AD, URD, FND) descansaba en semejantes actos de barbarie criminal que, a modo de plataforma, servían de sostén a una especie de espiral sangrienta del crimen cimentada por la dominación imperialista y amparada por una ley en alto grado prostituida.Alberto, cual insigne combatiente por la libertad y la justicia, consecuente luchador al lado de la clase obrera y fiel a sus ideas y principios comunistas, por su profunda convicción revolucionaria se inclinó por la alternativa de los héroes, y murió como tal, puesto que supo darle un sentido heroico a su vida, que sirve de ejemplarizante conducción a todos los comunistas, y siempre estará presente como referencia de todo luchador revolucionario y como “símbolo del revolucionario auténtico que respalda con la muerte el acto de vivir en rebeldía”, y los comunistas sabremos edificar una sociedad sobre las bases de su ejemplo.Detenido sin resistencia armada, torturado hasta el martirio, tuvo el coraje de no hablar, y frente a tanto valor aquellas bestias convertidas en jauría infernal daban rienda suelta al más exacerbado sadismo, infringiéndole las más crueles torturas, que institucionalizadas constituían la estructura de un sistema de gobierno represivo y entreguista al servicio de la clase dominante burguesa apátrida, de la fuerza imperialista.La Digepol buscaba a Lovera vivo o muerto. Dos días después de su detención, el 20 de octubre, su esposa denunció ante el Fiscal General su desaparición y el 29 de noviembre el Dr. José Vicente Rangel, denuncia en la Cámara de Diputados la desaparición y presunta muerte de Lovera.Cuatro meses más tarde, luego de muchas interpelaciones, el 22 de marzo de 1966, se logra constituir el Tribunal en el cementerio y se procede a la exhumación del cadáver y al reconocimiento del mismo por parte de su viuda, María del Mar Álvarez de Lovera.Patiño González nunca reconoció que Lovera fue detenido por ellos y en declaraciones que dio a la prensa, con extremo cinismo afirmó: “si Alberto Lovera está muerto, nada de extraño tiene que lo hayan matado quienes aplican el extremismo comunista sustentado por él. Su muerte se explicaría entonces como producto de lo que fue su vida: la acción comunista-terrorista, a la que se integró a espaldas de la ley, del orden y del respeto a la condición humana de los demás, y la denuncia de su desaparición era un recurso para procurarle libertad de movimiento en la continuidad de sus actividades clandestinas y bien conocidas”.Este criminal, Patiño González, quien nunca tuvo respeto por los derechos humanos, nunca fue investigado.De la memoria histórica de las y los venezolanos, no pueden ni deben borrarse los crímenes del bipartidismo adecopeyano.
A continuación reproducimos un escrito especial elaborado por J. Enrique Montero y Tribuna Popular:
21 AÑOS DE LA SIEMBRA DE GONZALO JAURENA
domingo, 20 de febrero de 2011
LUCHADORES POR LA PAZ
sábado, 19 de febrero de 2011
TANIA, LA GUERRILLERA DE DUACA...
CAPITAN (FALN) CARMELO MENDOZA, LUGARTENIENTE DE ARGIMIRO GABALDON
EL CAPITAN CARMELO MENDOZA, CDTE. DE LAS FALN
Corría el año 1965, y Venezuela padecía el rigor del régimen de Raúl Leoni...El profesor Carmelo Mendoza osó cometer el pecado de rebelarse y denunciar aquel estado de atropellos y violaciones que para entonces fueron algo común en nuestra maltratada historia...Y tan justo proceder, le costó a la vida y un largo calvario de pesar y sufrimiento para familiares, amigos y revolucionarios por igual...
Honor y gloria a todos...Honor y gloria a todas.,..
Muchacho noble, poeta, de una gran sensibilidad humana rodeado de romanticismos se fue a la montaña recien casad y alli paso su luna de miel y murió como mueren los grandes hombres.
Valiente y decidido. Cómplices de armas y anhelos fue Carmelo Mendoza.
Tristemente fusilado en El Tocuyo. Mendoza fue uno de los únicos que usó con orgullo las armas fabricadas en Venezuela. Un hombre que creyó en lo que hacíamos y por eso el enemigo lo fusiló. No lo metieron en la cárcel, nada de: ‘Pórtate bien'. ¡No! ¡Lo fusilaron!
En las montañas, Carmelo fue uno de los presos asesinados, porque realmente era un peligro. Su lucha era muy consciente y definida”.
Sus restos fueron escondidos en la Quebrada Los Curdabares en el Caserío El Cujizal de Barbacoas, Municipio Moran Edo. Lara
Le sobreviven, su viuda, Lourdes Delgado (Tania, La guerrillera de Duaca) y el producto de su unión, Tania Mendoza D.
RAMONCITO PARIS ALDANA
No es lo mismo saber que estás allí y que mis palabras van a juntarse a tu copla, a tu risa y a tu abrazo, a tener que tramontar las rutas del viento, el agua y las estrellas fugaces para enviarte recados de frutamiel. No es lo mismo, Ramón, no porque te sienta ausente, porque estás para siempre sembrado en nuestros afectos, sino por las ganas que uno tiene de verte bailar al ritmo de las batallas de San Juan, en estos días de junio, en los que hace un año el padre río te llamó a cumplir funciones de tempestad.
No es lo mismo preparar amorosamente el libro de tus poemas y salir a celebrar juntos las titiriterías de tus versos por los manantiales del vivir, que desandar tus suspiros, la respiración que quedó prendida de tus papeles y hasta el sabor a muerte, que no nos revelaste porque sabías que haríamos ritos de agua, de luceros y de flor para espantarla. Ahora no estás aquí para preguntarte por los versos que se te quedaron sin echar velas, anclados en tu corazón de aguadulce y brisamar.
Es como no poder pagar la promesa, porque la promesa de alegría y de vida eres tú, venido desde tierras tocuyanas, remontando piedemontes, altas cimas y remansos de agua, hasta irte a abrir surcos de tierra barinesa, embriagado de atardeceres, enamorado de los ríos que no tienen fronteras para echar a correr su equipaje de lluvia, musgo, peces y guijarros. Y es como si una tristeza muy grande se anidara en el pecho, por la jugarreta que nos hicieron el río, San Juan y los dioses del tambor, al llevarte a las fuentes donde nacen los vendavales del cielo.